Son tres productos que generan consumo que vivirán transformaciones claves en crecimiento y decrecimiento. Generarán impacto en estilos de vida, nuevos clientes y bolsillos.
¿Han vivido el fenómeno del cesto de fresas que venden en la carretera? Si no les ha pasado lo que a mi, lo explico. Viajas por la carretera y ves como mucha gente enseña por los costados del camino unos apetitosos cestos de mimbre con fresas muy grandes y de apariencia muy jugosa y fresca. Me he detenido en mi coche después de ver tantas propuestas visuales y he comprado un cesto. Ante tal irresistible antojo lo compro de y lo llevo a casa.
Ya que terminé mi viaje voy directo a comerme las fresas y ¿qué es lo que pasa? Conforme voy avanzando y comiendo me doy cuenta que las fresas buenas, apetitosas y de mejor calidad están hasta arriba y conforme llego al final de la canasta, hay menos fresas y de peor calidad. La treta fue poner el producto más llamativo y de mejor calidad a la vista y el peor producto escondido y hasta el fondo. Esto es un fenómeno muy frecuente en en las marcas, organizaciones, las personas y empresas. Enseñamos y promovemos lo mejor y tratamos de meterle al cliente un gol con servicios malos que están al fondo. Triste, pero muy frecuente.
Dejemos las fresas y las canastas que las contienen aun lado y hablemos de una tendencia importante de consumo y de estilo de vida que que sucederá a partir de este 2016 que inicia. Son tres productos que generan consumo que vivirán transformaciones claves en crecimiento y decrecimiento. Generarán impacto en estilos de vida, nuevos clientes y bolsillos.
¿Qué pasa con la vida digital?
Cada día de este año estaremos más sujetos a nuestros celulares, redes sociales, e interacciones. Toda esta atracción generará selección de productos on line, compras on line y off line. No importa lo que seleccionemos a través de una pantalla, sólo que por ahí lo veremos y lo compraremos en línea o directo en la caja de un supermercado. Esto se está desbordando y las apps lo están catapultando muy lejos a través de millones de transacciones por segundo y movilidad imparable. A esto no le veo fin.
¿El plástico vive?
Totalmente, lejos del dilema de contaminar o no. Cada día el, empaque del producto se vuelve un protagonista importante para que lo seleccionemos y según su apariencia lo compremos o no. Pronostico que el plástico seguirá viviendo si usa camuflaje vintage o de apariencia orgánica. ni hablar de los medios que cada día imprimen menos producción de contenido en papel, los lectores que lo aprecian envejecen cada día y sólo se usará más el papel digital que es tan sólo una buena pantalla. El papel físico será de ornato para contener contenido de credibilidad y de uso en empaques inteligentes y responsables del medio ambiente. Me temo que le queda poco tiempo de vida al papel masivo como tal y como estamos acostumbrados. Será de valor para dar credibilidad y sentido táctil.
Si retomamos la parábola del cesto y las fresas, ¿Quién de estos tres elementos estaría hasta arriba de la canasta? ¿El papel, la vida digital o el plástico? Pronto lo sabremos y antes de que termine este 2016